Revistas
Agosto 2011
Hay un momento en cada programa de 'El Aprendiz', en cualquier país en el que se distribuya, en el que el intrépido joven tiene que reunir el coraje para lanzar fatídicamente su plan lastimosamente ingenuo para el éxito global.
En el lado receptor está el incrédulo 'Jefe', quien con alegre desprecio procede a destripar al aspirante, aplastando sus esperanzas, sueños y aspiraciones: es una gran tele.
El único problema que veo es que esto no parece suceder en el gobierno, al menos no en el escenario completo. La primera parte, la planificación y ejecución poco práctica e ilógica, ciertamente tiene lugar.